Pioneros o “subversivos” de la sostenibilidad: Caña Orgánica y Ganadería resiliente
La sostenibilidad es también un asunto de convicción y coherencia. La Reserva Natural El Hatico, ubicada en el municipio El Cerrito del Valle del Cauca, patrimonio familiar, arribó ya a su novena generación, para continuar el sueño de la familia Molina Durán por un desarrollo agrícola, pecuario y forestal próspero, producto de un arduo trabajo, investigación y con una importante tradición oral cuyo único fin, ha sido el de generar progreso sostenible en el campo. Su ecosistema incluyente cumple con los principios agroecológicos: integración agrícola, pecuaria y forestal; mantener y mejorar continuamente el suelo; el uso eficiente del recurso hídrico y de la biodiversidad funcional, esta última entendida como aquellos recursos naturales que se pueden aprovechar de manera racional y desde el conocimiento de su real potencial.
La Reserva El Hatico, pasó a ser realidad pese que para muchos ello era casi imposible. Sus gestores inclusive fueron hasta tildados de “subversivos” por pretender realizar un proyecto con nuevas prácticas antes no aceptadas, manteniendo la productividad pese a las constantes perturbaciones, crisis económicas y presiones, protegiendo por encima de todo, los medios de vida y saliendo avante con un desarrollo agropecuario y forestal no agresivo con el medio ambiente y los demás sistemas de vida, incluyendo al hombre.
En la actualidad, conviven en el desarrollo de este gran proyecto, representantes de la séptima, octava y novena generación de la familia. Carlos Hernando y Enrique Molina Castro de la octava generación, han capitalizado la historia de la Reserva Natural, que se sustenta en la urgente necesidad por conservar los bosques nativos, mitigando el impacto de las actividades del hombre en el medio, y combinándolos con la producción orgánica de caña de azúcar y el desarrollo de sistemas agroforestales y silvopastoriles. Desde la sexta generación con Ciro Molina Garcés, el abuelo, se inició la investigación y la práctica con ganado equino, bovino y la gestión agrícola al mismo tiempo, para obtener una producción sostenible en la que la conservación y la producción se hacen aliadas, dicho en otras palabras, “se produce para conservar y se conserva para producir”.
Más de 2.500 personas por año visitan La Reserva El Hatico, y tienen experiencias de aprendizaje con este modelo de desarrollo, visualizando y asimilando prácticas que no destruyen el ecosistema. Se genera antes que nada, un despertar de conciencia y compromiso colectivo frente a lo que es común ver, una búsqueda deliberada del beneficio particular para sacar mayor y rápido provecho de la riqueza natural, sin importar las consecuencias del uso exagerado de insumos químicos y practicas depredadoras del suelo y especies. Siempre con la supuesta disculpa de una “mayor productividad”. Se logra advertir con estas vivencias, que no es válido que unos pocos acumulen riqueza, con recursos naturales que pertenecen a todos.
Cabe anotar, que la ganadería masiva es responsable de emisiones de gases causadas por la producción de alimento, la fermentación entérica, los desechos de los animales y el cambio en el uso de la tierra. Lograr una ganadería sostenible implica el buen manejo de la salud animal, de la reproducción y genética y, de la conservación de los suelos y pastos. La Reserva El Hatico lleva a cabo una producción agropecuaria económica y ambientalmente sostenible, en donde el 50% de los sistemas silvopastoriles ocupan la finca. Se convierte este proyecto en un espectáculo natural, bello y conmovedor al ver a los ovinos consumiendo las “mal llamadas” malezas del cultivo de la caña.
El Hatico tiene el bosque seco tropical más grande del valle geográfico del río Cauca y, además, la finca tiene una extensa área sembrada en guadua, y caña de azúcar. Con los cultivos de caña orgánica ocurre algo similar al sistema silvopastoril, pues se da a los cultivos un manejo agroecológico que integra el sistema agrícola, pecuario y forestal, para producir azúcar orgánico de la más alta calidad con estándares internacionales. Las malezas, los insectos que controlan plagas y los residuos propios del campo ayudan a aumentar la producción mermando a su vez los costos de la misma. Como lo dice con orgullo Carlos Hernando, “siempre trabajamos por el activo más grande que tenemos: el suelo, y para ello hay que conocerlo, cuidarlo y mejorarlo”. En este sentido, también se convierten en pioneros en el uso de biotecnologías que son claves para la valorización del material orgánico, generando un bioabono que recupera y mejora el suelo.
Propender por una agricultura y una ganadería ambientalmente sostenible, es un asunto a no aplazar. La producción orgánica de portafolios agrícolas y pecuarios permite capitalizar la tendencia de consumo saludable que hoy es demandada en el mundo entero, productos con valor agregado que los mercados internacionales pagan mejor.
Este modelo de gestión ambiental y socialmente sostenible, se soporta en la investigación y la experiencia, en la generación de conocimiento desde la interacción de los saberes teóricos y, en los hallazgos de la industria y realidad vivida. La productividad es un asunto sustentable y es el origen del crecimiento del nivel competitivo, ya que se expresa de mejor manera a través de prácticas con alto impacto ambiental.
El llamado es contundente, esperar óptimos resultados siguiendo siempre la “formula” del pasado no permite que las empresas fructifiquen en la sociedad del conocimiento. En la práctica, la Reserva Natural El Hatico, ha sabido conducir e integrar correctamente la experiencia y conocimiento del pasado, con las nuevas tecnologías y saberes, generando innovación y redefiniendo nuevos ciclos de prosperidad.
German A Mejía A
Director General bmLab Latam