Los datos están ‘pidiendo pista’


DatosLas decisiones informadas y costo-efectivas son las que auguran mayor éxito a las organizaciones de hoy. La educación superior, como sub-sector, está asumiendo el reto.

Nuestra inquietud ante la falta de adopción de tecnologías por parte de las organizaciones en Colombia nos ha llevado a descubrir diversos escenarios. El hallazgo más reciente, una empresa liderada por una mujer del mundo de la academia, y que al combinar tres de sus pasiones: gestión, pedagogía y uso de tecnologías, le dio vida a Analítica Académica, firma de consultoría y desarrollo de software que facilita los procesos de gestión académica en las instituciones de educación superior.

Mónica Castilla, la protagonista, no tiene el perfil tradicional del emprendedor, pero ha sido justamente su visión particular la que la ha llevado a crear nuevos modelos. Ella es médica cirujana, especialista en gerencia de servicios de salud, y cuenta con una maestría en salud pública. ¿Cómo se dio el salto de la medicina al mundo empresarial? Tiempo después de terminar su rural se casó, y mientras se desvanecía la idea de hacer una especialidad médico quirúrgica, se acentuaba su deseo de ‘montar’ su propio centro médico.

Este, que se convirtió en su primer emprendimiento, vio la luz en 1988. Fue allí donde se estrenó como empresaria, con las subidas y bajadas que esto implica, y sin siquiera saber cuánto cobrar por una consulta médica. Empezó entonces por participar en un curso de microempresarios y por aprender contabilidad en el Sena para contrarrestar lo que ella consideraba un vacío profesional.

Gracias a su trabajo en salud pública y medicina familiar adelantado desde su centro médico, fue nombrada años después secretaria de salud de Chía. Uno de los logros más significativos de su gestión fue el desarrollo del plan local de salud para el municipio, basado en la implementación de la Ley 100 de 1993, por lo cual fue convocada tiempo después por el Ministerio de Salud para que apoyara el programa ‘Municipios saludables’, cuyo foco era esa misma implementación pero en todo el país. Debido al tiempo que esto le demandaba, y con la idea de priorizar su familia, renunció un año después, presentándose la oportunidad de incursionar en otra de sus grandes pasiones, inexplorada hasta ese momento: la academia.

En 1999 inició su carrera docente en la Universidad de La Sabana, donde también se desempeñó como jefe del área de salud pública, directora de posgrados y directora de programa en la Facultad de Medicina, así como directora de currículo de la institución, cargo que ocupó hasta 2014, cuando decidió capitalizar todos sus conocimientos y aportar desde otro escenario.

Durante ese lapso, hizo un alto en el camino de dos años (1999 - 2001) para adelantar su maestría en salud pública en el Instituto Nacional de Salud Pública de Cuernavaca (México), gracias a una beca del Banco Interamericano de Desarrollo - BID.

Mónica recuerda su época en la academia con cariño, puesto que no solo le permitió conocer integralmente el mundo de la educación superior, sino aprender de docencia, pedagogía, gestión administrativa, planeación y manejo del sistema de aseguramiento de calidad de la educación superior.

De hecho, fue una de las primeras en acercarse a ese sistema, cuya complejidad está en entender la norma, aterrizarla y convertirla en procesos reales. Y esto, sumado a su gusto por la tecnología y la estadística, no solo la llevó a marcar una diferencia como profesional, sino a tomar la decisión de crear su propia empresa para acompañar en la gestión a esos rectores, vicerrectores, decanos y directores de programa, que son personas disciplinadas pero a las que se les dificulta el uso de la tecnología para generar procesos más efectivos.

Mónica no define su compañía como un proveedor de tecnología, sino como un proveedor de soluciones. Analítica Académica ofrece, por un lado, analítica de datos en materia de docentes, estudiantes, procesos investigativos y proyección social, convirtiéndolos en información y conocimiento valioso para la organización; y, por el otro, el desarrollo de software para la autoevaluación de programas e instituciones de educación con miras a su acreditación.

La idea es que estas instituciones, que están actualmente inmersas en procesos de autoevaluación para el mejoramiento continuo dentro del sistema de aseguramiento de la calidad, den un salto y dejen de trabajar exclusivamente con bases de datos transaccionales (inscritos, matriculados y organización de cursos), y que quienes lideran estos procesos, que generalmente son migrantes digitales, se centren en los análisis de las evidencias y los juicios de calidad y se desentiendan de la parte operativa y de las herramientas.

Por otro lado, Analítica Académica pone sobre la mesa un reto para el management en general y es la relevancia de trabajar con datos, sobre todo hoy día con el devenir del mundo digital y la cantidad de información que se produce. Sin duda, serán exitosas aquellas organizaciones que les saquen historias a los datos para tomar decisiones más acertadas (costo-beneficiosas), y aquellas que entiendan el valor de predecir y prescribir acciones con base en ellos.

Ahora, no es un camino fácil, como tampoco ha sido fácil para Mónica, puesto que el principal obstáculo siempre será la resistencia cultural a lo nuevo. No obstante, esta académica reconoce que cada día más instituciones han entendido la importancia de integrar datos y de no basar sus decisiones en el “yo creo” o en el “a mí me parece”, por lo cual insiste en su proceso de evangelización, que pasa por comprender que su misión es generarle valor agregado a una función social y no a un producto… “estamos hablando de formar jóvenes, de formar país”.

Otra lección que deriva de este caso es que la apuesta por la innovación no tiene caducidad. Si bien Mónica se acompaña de gente joven, le causa gracia verse como una más cuando asiste a reuniones de emprendedores. Pero su espíritu y deseo de que el conocimiento que se renueva constantemente no la sobrepase, la hace estar siempre adelante, indagando, con una disposición que todos los directivos deberíamos tener: de aprender y reaprender todos los días.

Escrita por Germán A. Mejía A., Director General de bmLab Latam. Publicada en el diario Portafolio el 7 de noviembre de 2016. Sección Estudio de Caso.