La capacidad industrial que dejó la guerra
El sector defensa está preparado para aprovechar el potencial que ha generado el conflicto interno y ponerlo al servicio del país y de su transformación productiva.
El año pasado, en la Antártida, durante la inauguración de un buque hecho en Cotecmar, el ministro Juan Carlos Pinzón, jefe de la cartera de defensa en ese momento, fue abordado por la canciller colombiana para preguntarle por una pared del buque llena de calcomanías. La respuesta del ministro fue contundente: “Son todas las empresas colombianas que participaron en su elaboración”.
Esta anécdota resume el actual espíritu del sector defensa del país, que no solo está en fase de modernización, de cara al escenario de posconflicto, sino que desea jalonar la industria nacional a través del apoyo a las pequeñas y medianas empresas que forman parte de su cadena de valor.
Por lo mismo, resulta estimulante presentar el caso del GSED y la alianza para la transformación productiva que está liderando, resultado de entender que la guerra generó unas capacidades industriales al sector defensa que deben aprovecharse en épocas de paz.
Atrás debe quedar la idea de que esta industria se reduce a temas bélicos y que, por lo mismo, está en declive, puesto que estamos frente a un sector con el potencial de convertirse en un gran motor para el desarrollo del país.
Recordemos que el GSED - Grupo Social y Empresarial de la Defensa, agrupa 18 entidades que apoyan la misión de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, cuatro de ellas con un enfoque claramente industrial: Cotecmar, Indumil, Codaltec y la CIAC.
Pues bien, desde hace más de año y medio que desde el viceministerio de la Defensa para el GSED (liderado por el General (RA) José Javier Pérez Mejía) se diagnosticó que, a pesar de los grandes logros alcanzados por las empresas del Grupo, muchas estaban quedadas en el tiempo y era hora de fortalecerlas. Eran conscientes de las potencialidades, pero también de que estas organizaciones solo crecen con inversión, tecnología de punta y una dinámica de empresa privada.
Adicionalmente, se encontraban en medio de tres escenarios clave: la proximidad de una época de posconflicto y la consecuente disminución de presupuesto para el sector; el reto del Estado de cambiar el aparato productivo y buscar alternativas diferentes a los commodities, ante la caída del precio de petróleo, y el diseño de nuevas políticas públicas que le apuntan a proyectos de gran impacto para robustecer la industria nacional.
Por fortuna, esto no solo se quedó en diagnóstico y ha derivado en acciones concretas. Cotecmar, por ejemplo, está exportando naves de operadoras de río, negociando la exportación de embarcaciones medianas y exportando servicios a través de mantenimiento a submarinos y buques privados. Así mismo, está trabajando en la construcción de fragatas de primer nivel para el país.
Indumil, cuyo negocio principal ya no es el armamento, está fortalecida con su unidad de explosivos, requeridos no solo para defensa nacional sino para otros sectores como el de infraestructura. ¡Y qué tal esta anécdota!: debido al incumplimiento de un proveedor extranjero de bombas para los aviones, se vio obligada a hacer un proceso de ingeniería inversa, aprender a elaborarlas, y hoy no solo vende las bombas a la Fuerza Aérea sino que tiene grandes posibilidades de exportarlas.
Otro gran avance se dio en el campo de las certificaciones, puesto que ningún avión o helicóptero podía tener alguna parte, así fuese un tornillo, sin ser certificada por el fabricante. Entonces, si una empresa de Fontibón producía los mismos tornillos, de buena calidad, no podía competir. Gracias a un offset con Embraer, hoy día, la Fuerza Aérea cuenta con certificadores que dan el aval de calidad a empresarios nacionales.
Estos pocos ejemplos reflejan un trabajo en doble vía. Por un lado, el llamado a las empresas del GSED a transformarse, pero también la vinculación de las pequeñas y medianas empresas que proveen al sector para que entre todos crezcan la industria.
Finalmente, están dando muestras de lo que es una verdadera alianza interinstitucional para lograr un fin superior. Gracias a la integración del Ministerio de Defensa (impulsado por el viceministerio para el GSED), el Departamento Nacional de Planeación, el Ministerio de Comercio Industria y Turismo, Procolombia, Bancóldex y el Programa de Transformación Productiva - PTP, se llevará a cabo el ‘Encuentro de la industria privada y del Sector Defensa - Una alianza para la transformación productiva’, en el que, por primera vez, participarán industriales colombianos, bancas de inversión, certificadoras internacionales y potenciales compradores y proveedores internacionales.
Esperemos que este evento no solo genere encadenamientos productivos que contribuyan al desarrollo del sector y del país, sino que sea ejemplo para los diferentes sectores, llamados a crear sinergias que permitan especializar talentos y atraer a más actores para que hagan parte de la conquista de mercados internacionales.
No es un camino fácil ni para el sector defensa ni para las demás industrias, debido a la cultura empresarial colombiana, individualista y con mentalidad cortoplacista, pero estamos viendo que es posible.
Ser capaces de satisfacer la demanda internacional de productos y servicios requiere cambiar los paradigmas sobre los modelos de relacionamiento predominantes y una cultura colaborativa en un capitalismo socialmente equitativo, ya que el talento que no tiene el capital financiero, tiene el conocimiento a título individual y este hay que integrarlo a la cadena de valor. Y ese talento está en pequeñas y medianas empresas que pueden aportar a una construcción colectiva de mayor impacto, tal como le vemos en este caso, donde una industria se vuelve maleable, se adapta a nuevas realidades y crece en conjunto.
Escrita por Germán A. Mejía A., Director General de bmLab Latam. Publicada en el diario Portafolio el 22 de agosto de 2016. Sección Estudio de Caso.